Me
siento en la cama y espero conciliar el sueño. Un sueño que obviamente no va a
venir. Miro el celular, nada. Dos minutos pasan, ciento veinte segundos que
pasan y que se hacen eternos. Siento que pasaron diez, vuelvo a ver el celular,
nada.
¿Por qué obsesionarse
tanto? ¿Por
qué pensar que va a estar pensando todo el tiempo en nosotras? Tiene una vida,
tiene sus cosas. Pero fue todo lo que siempre tuviste. Ese él en tu vida
siempre te dio todo, cuando siempre pensaba en vos, cuando siempre se obsesionaba
para ver en donde estabas, y cuando era mutuo, y cuando te gustaba… Ahora
desaparece. ¿No querías eso? ¿No era que te sofocaba tanto amor, tanta miel? ¿No
fue eso que hizo que se separen, que todo terminara rompiéndose como en todas
las relaciones tan caramelizadas?
Es que hay algo en mí que hace que lo
necesite. Algo de mi personalidad que quiere saber todo de ese él. Quien
quiera que sea en ese momento. Voy a querer saber de él, querer que me
necesite.
Hay que buscar un punto medio. La libertad
es buena, es parte de la confianza y va a servir demasiado en una buena
relación. Buscar un punto medio, sentir la confianza de la otra persona también
y no sofocarse mutuamente. Buscarse otras actividades para hacer cuando no nos
habla y no bajar nuestra autoestima nunca. Que no nos hable no significa que no
esté pensando en nosotras. Tal vez, quizá está esperando que nosotras le
hablemos. Espacio, libertad también son sinónimos de amor.
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