Se marchita. Como la flor que no se riega y se marchita. Como el amor cuando no ama y se descuida, como las ideas que la procrastinación debilita. Como ese último abrazo, como cuando no hubo despedida.  Es saber que no hay reencuentro, que el momento fue pasado y el corazón se dividió. Es un tintero seco cansado de escribir falsas promesas de amor. Una flor  que lentamente va muriendo, y sus pétalos nadie recoge. Y en el último suspiro, ninguna bestia se transforma en príncipe. La bestia nos devora y solo se escucha el graznido del cuervo, de una etapa que llega a su fin.