Estos días en Buenos
Aires, bajó drásticamente la temperatura a tal punto de batir un récord de la
temperatura más baja registrada en el mes de febrero. Veníamos de un clima
donde no había más ropa por sacarse del calor que hacía, a un miércoles 15 de
febrero donde a partir de las tres de la tarde la sensación térmica pasó de 37
grados a 8°C.
Por un lado, no vengo a
hablar sobre esto, ¿pero se pusieron a pensar que esto es por el calentamiento
global? Y el calentamiento global no es algo de “qué mal que está la humanidad”.
Empieza por vos y por mí. Desde las cosas más bobas, las pavadas que podemos
hacer como reciclar las cosas que podamos en casa o poner el aire en 24°C.
Dicho esto, (no podía
dejar pasar el momento de concientización) pudimos sentir un poco de lo que es
nuestro invierno. Pudimos vivir en carne propia pasar de un calor desorbitante
a un frío que muchos de nosotros (de ustedes) extrañábamos (extrañaban). Y, ¿qué
les pareció? Creo que los #teaminvierno o #teamverano son parte de un “team”
porque celebran lo mejor de cada época. No creo que ningún team invierno disfrute
congelarse al entrar en la ducha o intentar salir de la cama, ni ningún team
verano se alegre de que le baje la presión haciendo una fila en la calle o
trabajar con tanto calor. Todos disfrutamos de estar de vacaciones, meterse en una
pileta, leer al solcito, tomarnos un helado. Y también de estar en casa
abrigados, tomando una taza de café calentito con el pijama más mullido
posible.
La cuestión es que ahora
todo este mamarracho de pronóstico está empezando a calmarse. Y yo aprovecho
estos pocos días en donde el frío frío se está yendo, y un calorcito apacible aparece.
Esos climas de veintipico de grados. 22°, 20°C, que te dan para ponerte un
abrigo tranqui, pero tampoco para prender la calefacción ni el aire acondicionado.
Esos días que para los team invierno y team verano no son nada, son tibios.
Me imagino una escena:
un día cualquiera, si es en media estación mejor, en un jardín de una casa; hay
un solcito que te baña la piel abrigándote, no te quema. También podés estar en
una playa, pero de esas que no hay nadie, una de esas costas donde realmente podés
escuchar las olas chocando en la orilla. No tenés frío porque el sol te abriga
y además no hay viento. Tampoco hace calor. Es un clima ideal. Estás sentado en
un asiento cómodo, mirando el verde o el mar. En una mesita al lado tenés un
mate con su termo y todo el kit. Algo rico para comer, unas facturas, algún
budín marmolado (ni de chocolate ni de vainilla porque #teamtibios). En las manos
un libro, de esos que te sumergen en la historia y te pasean por todo un mundo
nuevo. O puede ser uno informativo, de esos donde sacás un montón de cosas
interesantes…
Imagínate la escena que
más te guste. Sacale y agregale cosas. Si te gusta mucho la lluvia agregale
unas cuantas gotas y rayos… No te vayas tan lejos, buscá escenas cotidianas,
tangibles. Y recrealas. Búscate ese lugar de paz, donde se de toda la atmósfera
ideal para escaparte un ratito de la rutina y todos los días, aunque sea por un
ratito, ponete a hacer eso que tanto te gusta. ¿Escribir? ¿Leer? Quizás hasta
estudiar, con este clima quizás te sirve. Búscate tu momento para estar solo. No
para reflexionar ni pensar, ni siquiera para hacer insight. Para disfrutar,
para respirar, para agradecer y para simplemente, vivirlo. La de revoluciones
que te va a bajar…para mis amigos del team ansiosos, lo recomiendo. No estás
perdiendo tiempo de vida, la estás disfrutando.
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