Domingo 13 de Julio de 2014. Debería estar estudiando, o más bien, durmiendo. Van a
ser las 4 de la mañana y no puedo pegar un ojo. En mi vida presencié solo 5
mundiales: el del 98, el del 2002, 2006, 2010 y el actual. Realmente, de los
que en verdad tengo memoria y ya hayan pasado son los del 2006 (cuando tenía 11
años) y el siguiente, a los 15. En ambas ocasiones nos despedimos tempranamente
en instancias de cuartos al enfrentarnos con Alemania, un equipo frío, duro y
excelente. Hoy, en este día se va a
jugar la copa mundial 2014.
Increíblemente, no le apostaba absolutamente nada a la selección este año y
resulta que hoy nos enfrentamos de nuevo con Alemania,
pero en la gran final. Nunca creí tampoco que íbamos a lograr sortear todos los
obstáculos en octavos, cuartos, semifinales hasta llegar a los dos mejores
equipos y países jugadores de fútbol. Pero acá estamos, en la final, y con nada
menos que Alemania. En verdad, el hecho de haber llegado hasta esta instancia
me sorprendió muchísimo, me dejó perpleja, venimos jugando bastante bien y no
importa el resultado de esta final, yo me voy a ir feliz porque en verdad nada
me esperaba. Avanzamos a grandes pasos dejando todo en la cancha y pude notar
en todo este mes que los jugadores se divirtieron, se sentían cómodos con su
equipo, Argentina fue creciendo a medida que avanzaban los partidos y que la
felicidad de los 40 millones de argentinos no se va a ir nunca más.
Si perdemos, nos
retiramos con gloria.
Con la gloria de haber llegado a la final, de haber crecido, de haber llegado a
la última instancia y de habernos divertido tanto; desde nosotros como hinchas
y espectadores, los jugadores como nuestro equipo representante, y los que
tuvieron la suerte de poder viajar para verlos cara a cara de tan cerca.
Gracias por todo lo que dieron, nos dejaron con la boca cerrada a todos los que
no teníamos confianza en el nuevo equipo. Si perdemos, no quedará otra que
aplaudir el mérito, celebrar lo logrado, tratar de no angustiarse y tratar de
pensar en otra cosa. Alejarse un poco de las redes sociales por un pequeño
tiempo y ocupar nuestras actividades diarias con cosas no tan deprimentes.
Seguramente esta es solo una de mil chances más que tendremos en el futuro para
ser campeones. Podremos contarles a nuestros descendientes lo lindo que fue
mirar este mundial y haber presenciado tanto, estar tan cerca de la copa.
Si
ganamos… Sinceramente no quiero alardear ni emocionarme mucho porque como dice
el dicho en inglés “hope for the best,
expect for the worst” = “desea lo mejor, pero prepárate para lo peor”. Hay que
mentalizarse las dos facetas para no tener tanto nervio en este partido. Pero
si ganamos… El día sería recordado como uno de los mejores días de la historia
Argentina. El fútbol acá es uno de los deportes más importantes que realizan
personas de todas las edades y de cualquier sexo. El mundial, es la oportunidad
de lucirnos cada cuatro años, de unirnos los 40 millones, unir nuestra
nacionalidad en un propósito, y el alzar la copa en Brasil y traerla a casa va
a ser el regalo más hermoso que podríamos tener en este día. Obviamente saldría
a festejar por las calles, el júbilo rondaría por absolutamente todas las caras
de las personas, quedaría afónica de lo mucho que pienso gritar y emocionarme
porque este día sería único. Sería mágico. Podríamos decirle a todos: “yo estuve, yo viví el Argentina campeón del
mundo en Brasil 2014”. Yo viví la tercera copa. Y si bien, como dije
anteriormente, los alemanes son un equipo frío, duro y excelente que se jacta
de sí mismo y confía en tener la copa asegurada; nosotros somos apasionados,
improvisados, dejamos todo, tenemos un gran equipo, tenemos un sueño, y ese
sueño podría no estar tan lejos de la realidad...
Ganes o pierdas, llegar a la final es una de las mejores cosas
que nos pudo haber pasado.
¡Vamos Argentina! ¡Vamos carajo!
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