Recuerdos de la memoria

10 de mayo de 2012


 Es increíble como nos nutrimos de pequeños recuerdos almacenados. Tenemos desde esos grandes recuerdos duraderos de los cuales siempre faltan detalles pero así de largo son. O las pequeñas escenas de algún tiempo de nuestra vida que nos marcaron para siempre. Unos 2 minutos de una cena, un abrazo, una frase en un lugar determinado, un último "adiós". Varían desde los más insignificantes que se nos vienen a la cabeza y nos preguntamos ¿Por qué? ¿Por qué ESA pequeña parte de mi historia me acuerdo? ¿Tendrá algún valor sentimental o importante en mi vida? Tal vez nunca lo sepamos, tal vez con el tiempo si. Pero son esos pequeños recuerdos los que forman nuestra memoria.
     Igualmente nuestra mente es inteligente. ¿Te diste cuenta que tenemos muy pocos recuerdos realmente FEOS? Obviamente eso varía a las situaciones de vida que cada uno de nosotros ha vivido pero en general los pequeños momentos "desagradables" que nos puedan hacer mal en nuestro futuro; nuestra cabeza los disfraza, mejor dicho los esconde. A veces felizmente nuestra mente logra borrarlos. Y otras explotan en distintos períodos de nuestra vida de diferentes maneras. Eso ocurre usualmente con los recuerdos desagradables más largos, o peores. 
     Lo que tenemos que lograr hacer es que siempre que queramos volver atrás nos acordemos de cosas maravillosas. Que tratemos de no arrepentirnos de nada y experimentar todas cosas buenas y favorables.

Esperar y escribir.

7 de mayo de 2012


    "No puedo dormirme. Voy a esperar y escribir. Esperar no se qué. Y escribir lo que espero."

       Ella solo quería hablar con él. Era todo lo que su cuerpo necesitaba para poder dormirse. Escuchar su dulce y calurosa voz. Ni abrazar un osito de peluche en búsqueda de calor interno, en búsqueda de ese calor que él en ese momento no podía darle. Ni escuchar música como solía hacer por las noches en las que se sentía mal y solo quería rehogarse en esas canciones que interpretaban a la perfección sus sentimientos, ni incluso llorarle a la almohada; aunque tenía muchas ganas de eso. Sabía que si lloraba, se rendía. Caía en su propia trampa masoquista. El dolor la consumiría por dentro y solos vendrían los sentimientos de angustia e ira incontrolables. También sabía que si su ira se le iba de las manos, al sentirse tan impotente, al no poder lastimar esos sentimientos, a esa figura mental que se le armaba en la cabeza tendría que recurrir a autodestruirse. Y no lo haría a propósito, pero no podría evitarlo.
             Por todo esto no quería derramar ni una sola lágrima. Todo esto se le mezclaba en la cabeza y en sus más profundos pensamientos cuando la interrumpió un fuerte sonido. Un mensaje. Un mensaje de su móvil. Inmediatamente lo fue a buscar; era su novio, la persona que más amaba en toda la tierra que le decía: "No me esperes, esta noche no podemos hablar". Su respiración entrecortada apenas pudo dejarla entender lo que él le decía cuando la llamó. Esa llamada duró 37 segundos. En esos 37 segundos él le explicó una serie de cosas que ella no logró interceptar ya que su teléfono no funcionaba correctamente y su voz se escuchaba lejana, casi imperceptible. Luego de escuchar un "te amo" en voz baja se cortó el teléfono y ella no supo más de él. Ella se acostó en su cama y esperó. Lo esperó aunque él le había dicho que no la espere. Ella esperó. Esperó y escribió. Esperó no se qué y escribió aquello que esperó. Luego de pensarlo mucho, no toleró más, inconscientemente buscó aquellos obscuros pensamientos; y sucumbió a sus sollozos lamentos.